Floréceme en el invierno,
ya la cigarra
dejó de cantar.
Floréceme en el invierno,
ya la cigarra
dejó de cantar.
Oscuréceme,
la mitad de mí
ya es noche.
Despiértame una cascada
deja que tus peces dancen.
Rocíame un rayo de luna,
deja que el grillo
cante noches llenas.
De-gustémonos
sin más razón que ésta:
¡Ah, cómo me gustas!
Desgarrémonos
los atardeceres de octubres pasados,
las lunas llenas que nos faltó pintar,
los aullidos aquellos
que gritaron nuestras ausencias.
Aullémonos,
antes de menguar.
Desgarrémonos
los amaneceres ventosos de octubre,
las lunas llenas que no aullamos,
los soles eclipsados que no te pude compartir.
Desgarrémonos
las ausencias y las presencias,
los versos,
los pasos,
los besos,
los impulsos y los apetitos.
Rompámonos
en cada ola de nuestro cuerpo,
en las erupciones que rayan
al caer el azul nocturno,
en los hervores
de cada luna negra.
Rompámonos en el viento
que dibuja quimeras de verano.
Rompámonos,
tú,
en cada frase vertida en mi caldero vacío,
yo,
en cada letra quemada
en el sahumerio que usaba en mi otra vida,
cuando fui bruja de amor.
Enjuguémonos
los llantos y los tormentos,
la flora, la luna y la erografía;
llovamos
antes de que el otoño
nos seque las aguas del amor.
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