¿Qué tenía el agua de Linares?

A veces extraño esa locura de aquellos primeros besos ¿te acuerdas? ¿te acuerdas cuando nos encontramos? Eran las 5 de la mañana, yo me pasé toda la noche mandándote mensajes: Ceballos, Torreón, Saltillo… y ya no recuerdo muy bien qué me respondiste, pero me diste a entender que mejor te dejara dormir para poder estar descansado al momento de ir por mí…y ahí estabas parado, mirando hacia acá, con tu sombrerito verde y tu espalda ancha echada hacia adelante, como a punto de embestir al primero que te mire feo; en cuanto ví tu silueta, quise vislumbrar tu rostro, pero la noche y el contraluz no me dejaban, mis manos, mis piernas, yo entera comencé a temblar pero tenía que guardar la compostura, no por ti, no queria que mi hermana se diera cuenta de lo nerviosa que estaba, abriste tus amplísimos brazos, larguísimos brazos y por supuesto yo no pude hacer otra cosa que lanzarme, puff, era obvio que sentías mi temblor, luego te apartaste y entonces saludaste a Clara muy diplomático, levantaste mi maleta en peso muerto a pesar de que traía rueditas ¿querías impresionarme? No tenías que hacerlo, yo moría de ganas de estar ahí, contigo.

Nos subimos al auto, el bochorno de noviembre todavía era rudo, sólo había estado en Monterrey dos veces y si mal no recuerdo, por esas mismas fechas, así que recordaba muy bien aquel clima extraño.

Me recuerdo muy tonta, estaba atontada, apenas podía creer que estaba en el mismo auto que tú, tenía ganas de platicar cosas, pero traíamos chaperon y yo que le decía: duérmete, son dos horas de camino; curiosa y conveniente ruta la que trazaste, tú de Cuernavaca a Linares y nosotras de Chihuahua a Monterrey, a Linares para luego ir a aquella boda en Güemez.

Comenzó a llover en el camino y tú te reías de mis bromas:

–          ¿Cómo se llaman esos?

–          Jajajaja, se llaman árboles

–          ¿Árboles? ¿y para que sirven, qué hacen?

–          Pues algunos dan frutas, otros sólo crecen

–          Aaaaaaaaaaaaaaaaah, en Chihuahua no hay de esos…jajajajajaja- reíamos los dos y yo no quería voltear para atrás para no abochornarme por las tonterías con las que quería entretenerte durante el camino.

En dos horas estuvimos en Linares, en la casa de tu amigo Jorge y nos acostamos a descansar un rato, tú te levantaste casi de inmediato y yo duré un poco más pero comencé a escuchar cuando todo el mundo se levantó y comenzaron a preparar la comida, además quería conocer a tus amigos y sobre todo, quería darles una buena impresión, porque ya me habías dicho que eran también muy buenos amigos de tu mamá, así que eso me hacía ponerme más nerviosa todavía…te oía reir y disfrutaba de aquel sonido y de las bromas que se hacían, eso nunca te lo dije, pero todavía lo tengo presente en mi memoria.

Me levanté y estaban calentando tamalitos y las gorditas que nos quedaron a Clara y a mí del camino, Paquito estaba cortando verdura para preparar el caldo para la comida y Mary peleaba con él, como según tú me dijiste, lo hacían desde siempre y como despúes yo pude advertir hasta la última vez que los ví en Playa del Carmen.

Yo estaba en la luna, de pronto el hambre y el cansancio ya no me importaron, nos fuimos al centro, fuimos al Museo de Linares, compramos unos dulces y luego regresamos a bañarnos con agua gélida porque no había boiler en aquella casa que sólo tenían como sitio de paso, tú no te bañaste porque no estás acostumbrado a sentir frío, de pronto, todos listos y partimos en tu auto sardina.

De la boda no me acuerdo muy bien, sólo recuerdo que Clara estaba enojadísima conmigo, la ignoramos para evitar hacer alguna escena y luego parece que nos perdonó habernos saltado la misa para quedarnos «noviando» en la plaza, aquel paseo por el pueblo y la plaza han sido de los mejores recuerdos de mi vida, jajajajaja ¿te acuerdas de la foto esa en la que parece que salgo de la cantina?

Luego, cuando regresamos a casa de Jorge, todos comenzamos a alistarnos para dormir, Clara se quedó en el cuarto en el que nos recostamos en la madrugada y tú te fuiste al sillón grande de la sala, yo que me sentía en la luna, me fui a platicar un rato contigo, según yo mientras me diera sueño; Jorge, Mary y Paquito se quedaron en la otra habitación…

Pero entre todo mi atontamiento, tuve una idea, jalé el sillón mediano o, este caso bien llamado lovesite y lo pegué al tuyo, me acosté ahí y creo que tú no podías creer mucho que yo estuviera haciendo eso, luego nos abrazamos y así permanecimos hasta la mañana siguiente, cuando debíamos partir, cada uno de regreso a su casa.

Aquella sensación que me embargó durante toda la noche pocas o ninguna vez la había sentido, en pocos sitios me había sentido tan protegida y tan aceptada…¿te acuerdas de aquella noche? Aquella locura es la que extraño y anhelo, esa locura de las primeras miradas, las primeras sonrisas, los primeros besos, cuando todavía no había historia, cuando ni siquiera sabíamos si estábamos dispuestos a seguirla escribiendo…

2 Comments

Deja un comentario